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sábado, 11 de noviembre de 2017

Bill Russell, el eterno ganador




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Que Bill Russell es el mayor ganador de la historia del baloncesto no es rebatible. Sus ratios de eficiencia (11 títulos sobre 13 campeonatos), así lo atestiguan. Un depredador al que le falta un dedo para engarzar todos sus anillos. 

Que transformó la concepción del juego no admite discusión. Desde su llegada la defensa cobró una importancia capital, equiparando los dos lados de la cancha. “No se trata de taponar todos los tiros, sino de hacer creer al rival que puedes tapar cada lanzamiento”, rezaba su credo. “Teníamos que procurar mantener el balón fuera de su alcance; era como alejar la comida a un león hambriento”, testimonia JackTwyman, gran anotador en los Royals y posterior comentarista en la NBC. Hegemónico, el poder coercitivo de sus gorras y rebotes tiranizaron la liga profesional norteamericana durante una década. Auerbach le rodeó de compañeros que le hicieron mejor y él les multiplicó exponencialmente sus virtudes para establecer una dinastía histórica. “Tenemos 20 mil espectadores, 10 jugadores, 3 árbitros, 2 canastas y 1 balón. Y lo que ocurra con ese balón es lo único que me importa”, declaraba el dominante pivot. 

No es verdad. Bill era serio, incluso agrio. Desapegado con la prensa, no firmaba autógrafos y hasta parecía desubicado en la elitista Boston, pero era de ley, comprometido, frontal y en una época de plena combustión social muy fastidiosa para los de su raza, se convirtió en un firme defensor de la igualdad y los derechos civiles. 

“Esta es la historia de un negro y de un profesional del baloncesto”, así prologaba su biografía. Les invito a profundizar en un mito, muy a su pesar, de la historia del deporte, Bill Russell.