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Reza la leyenda que al gran Lolo Sainz le aparecieron las
primeras canas con los quebraderos de cabeza que le dieron la pareja de marras.
Esta es la historia de éxito de dos jugadores complementarios, de dos
personalidades contrapuestas que convergieron en un tiempo y un lugar para
cambiar la historia de nuestro deporte. Es el testimonio de que el camino hacia
la élite está abierto al talento y al sacrificio diario. Iniciamos el viaje
mediático al boom del basket español de los 80 de la mano (qué mano) de dos
personajes fundamentales que cambiaron tendencia, que tiñeron de azulgrana un
cuadro hasta entonces blanco inmaculado. Viajaron por las mejores autovías del
mundo; uno pagaba a diario el peaje a toca teja a través de un esfuerzo
ímprobo, el otro tenía el crédito de su ingente destreza. Uno se hizo, el otro
nació jugador de baloncesto.