Corría el año 81. En febrero España se había llevado el
susto padre. El día 21 unos guardias civiles habían entrado en el Congreso en
nombre de la Patria y habían intentado dar un Golpe de Estado.
El mundo no daba para sobresaltos, el 13 de mayo, un fanático religioso, Mehmet Ali
Agca, pretendió asesinar de un disparo a corta distancia al Papa Juan Pablo II
mientras éste saludaba a los fieles en la Plaza de San Pedro. A mi abuela Juana,
que era una castellana recia, dura como el pedernal, casi la da algo. ¡Joder
con la movida de los ochenta!
Como todos los años en septiembre daba inicio el curso
escolar y en un colegio de Madrid, el Claret, comenzaban las clases y por ende
la temporada deportiva. El centro, ubicado junto al edificio de Torres Blancas en
pleno distrito de Chamartin, era por volumen de alumnado uno de los más grandes
de Madrid. Toda la clase media del popular barrio de la Prospe ahorraba sus
buenas pesetas para que los curas dieran a sus hijos una buena educación. Por
entonces era un colegio de pago para chicos. Ahora es concertado y mixto.
En cuestión de deportes era conocido por el judo, la
gimnasia (Fiyo Carballo impartía clases en la segunda etapa de la EGB y del
colegio salieron un montón de campeones de España que luego acudieron a los
Juegos Olímpicos) y el baloncesto.