Me encanta la Copa.
Todos los años estoy deseando que llegue febrero para
escapar unos días de la vorágine laboral y sumergirme con mis amigos en un
ambiente festivo de sano deporte. Cada
vez más adeptos se suman al plan y el que va por primera vez, repite. Vuelve
fascinado con el espectáculo y con el espíritu de camaradería que se vive en
torno al evento. Hemos tenido de todo, hasta uno que se apuntó pensando que
venía a ver voleibol. Entre nosotros están representados la práctica totalidad
de los equipos participantes. En mi primera comparecencia en Zaragoza, en uno
de los partidos de semifinales se volvió uno de los espectadores y nos
preguntó: pero vosotros ¿de qué equipo sois? Era difícil saberlo, pues cada uno
animaba al suyo y aplaudía las buenas jugadas de todos. Para el que le guste el
deporte de verdad, creo que no hay competición comparable.
Ya tenía ganas de volver a Vitoria. En las ciudades más
recogidas -Vitoria, Málaga, Zaragoza- el aroma a baloncesto no escapa como en
las grandes urbes. Se condensa y toda la localidad se empapa del evento. Pero
Gasteiz se lleva la palma. En la actualidad, ningún otro sitio se identifica
más con su equipo ni con su deporte. En cualquier bar, quiosco o comercio te
hablan de basket y la gente se siente orgullosa de su club. Pasear o ir de
pinchos (qué ricos) es un auténtico disfrute. La anterior edición alavesa glorificó
al Joventud de Aíto y colocó en el camino del estrellato a Ricky Rubio y Rudy
Fernández (32 puntos aquel día), con el mérito añadido de llevarse la final
ante el Baskonia. Han pasado cinco años y volvemos al lugar de los hechos, a un
pabellón remodelado, convertido en la envidia de Europa, y que será el teatro
de los sueños de los equipos participantes y sus seguidores.
Como si se tratara de un clinic en el que se fuera a
explicar un ejercicio en medio campo, el sorteo ha deparado un teórico lado
fuerte, con los gallos de la competición, y un lado débil, con equipos con
mucha hambre y ganas de algo sonado. Salvo sorpresa maña mayúscula, el domingo
veremos a unos de los favoritos en la final. Pero ¿llegará tan tocado para
entre tanta batalla perder la guerra? ¿Será el año de un tapado menos exigido
en las eliminatorias? Veremos. En las próximas líneas me entretendré en
explicar cómo llegan los equipos y recordaré alguna de las ediciones más
exitosas de cada cual.