lunes, 18 de febrero de 2013

Simplemente Essie Hollis



Quizá éste sea un paseo por la Calle Melancolía de Sabina, pero me apetecía darlo con uno de mis ídolos de niñez. Con el paso del tiempo amplificas las hazañas de tus héroes, los sobredimensionas y los tomas por dioses, aunque hayan venido después otros probablemente mejores, pero los has hecho tuyos. Son los que te hicieron soñar despierto con mates estratosféricos, tiros imposibles o pases con retrovisor.

A los chavales de mi época las siglas NBA nos sonaban muy lejos. Lo que más se le acercaba eran las entonces increíbles giras que los Harlem Globetrotters realizaban por el mundo. Recuerdo que un niño bien del colegio pasó una temporada en Estados Unidos y volvió extasiado con un tal Julius Erving, al que puso de moda sin que el resto le hubiéramos visto jugar. Así cada vez que alguien hacía un arabesco en su camino hacia el aro, gritaba “Julius”.

Como lo de las redes sociales e Internet no se lo podía imaginar en aquellos tiempos ni Kubrick en su 2001 Odisea en el Espacio, lo primero y más parecido al Doctor J que aterrizó por estos lares fue un negro delgaducho de casi dos metros.  Lo trajo a San Sebastián un adelantado de este deporte, Josean Gasca, y junto a Nate Davis y Mirza Delibasic completa mi trébol de predilectos que marcaron a una generación entera de adolescentes de finales de los setenta y principios de los ochenta. Pónganse cómodos porque nuestro particular viaje al pasado lo haremos en helicóptero y tomen una pastilla contra el mareo si padecen vértigo. Despegamos, el gran Essie “helicóptero” Hollis inicia el movimiento rotatorio de sus hélices. Como un día le dijo a Jordi Villacampa: “comienza el espectáculo”.