Hace unos años,
saliendo de un partido de Copa en Vitoria, nos cruzamos con un gran entrenador
y excelente comentarista televisivo. Mi amigo Paco (antiguo jugador profesional
de baloncesto) frunció el ceño. No le había gustado un artículo del excelso
analista en que infravaloraba la figura del jugador español medio. No sé el
motivo, pero tras la victoria de la selección española en Italia el viernes, me
vino a la cabeza la situación.
Las ventanas han
abierto de par en par el paso al jugador español que ni está en la NBA ni
disputa la Euroliga, a la vez que ha quitado la venda a mucho incrédulo. El
disloque del calendario, la guerra abierta entre FIBA y Euroliga ha traído una
consecuencia impensable: la llegada a la élite de la clase media del baloncesto
español.