martes, 15 de noviembre de 2022

La bendita clase media del baloncesto español

 





Hace unos años, saliendo de un partido de Copa en Vitoria, nos cruzamos con un gran entrenador y excelente comentarista televisivo. Mi amigo Paco (antiguo jugador profesional de baloncesto) frunció el ceño. No le había gustado un artículo del excelso analista en que infravaloraba la figura del jugador español medio. No sé el motivo, pero tras la victoria de la selección española en Italia el viernes, me vino a la cabeza la situación.

Las ventanas han abierto de par en par el paso al jugador español que ni está en la NBA ni disputa la Euroliga, a la vez que ha quitado la venda a mucho incrédulo. El disloque del calendario, la guerra abierta entre FIBA y Euroliga ha traído una consecuencia impensable: la llegada a la élite de la clase media del baloncesto español.


Ya no tenemos títulos nobiliarios en nuestro basket. Se estudiarán en los libros de historia el marquesado de los Gasol, el ducado de Calderón, el condado de Navarro o el reinado de Felipe (Reyes, claro). Eso es pasado y después de la Edad de Oro se atisbaban etapas difíciles, de carestía (malos tiempos para la lírica).

Pero el hecho palpable (palpémonos bien que es verdad) viene a ser que España es vigente campeona del Mundo y de Europa, deletreando la palabra E-Q-U-I-P-O como ninguna otra selección. Si en China nos pudimos asir a la labor grupal y al ingente talento de dos cracks (Ricky y Marc), en el último torneo continental, sin una estrella aparente que guiase el camino, el druida Scariolo frotó la lámpara, espoleó los egos e hizo saltar las baterías de los portátiles con tanto scouting.

Las ventanas han puesto en el foco al jugador español medio y los chicos han respondido con gallardía, compromiso, conocimiento y talento. Reivindicando minutos y papeles en más películas, aunque sea como actores de reparto. Me pone malo el tema de los cupos y cómo los clubs se agarran a subterfugios para obtenerlos.

No son los más altos, no son los más fuertes, pero hasta que se demuestre lo contrario, nadie compite como ellos ni tiene su lectura de juego.

Italia tiró de jugadores de Euroliga para cerrar su clasificación mundialista. Scariolo llegó al lugar donde le vio nacer como entrenador, Pesaro, fiel a sus principios, con los chavales que había elegido para toda la concentración y no le defraudaron, amarrados a su estudiado plan de juego. Dominaron casi todo el partido, aguantaron las embestidas “azzuris” en un partido muy físico en medio de un ambiente magnífico y solventaron la contienda en la prórroga. Auténticos gladiadores dirigidos por un gran “César”.

Así que me es muy difícil explicar, con los números en la mano, por qué no juegan más nuestros chicos, por qué continuamente se traen a jugadores extranjeros que ocupan sus plazas. Los nuestros no son ni medianos ni mediocres, han hecho trizas las ventanas y por si fuera poco las camadas de cantera que vienen detrás no se han bajado del podio en todo el verano.

¿A qué esperamos para ponerlos? Paso a paso, sin volvernos locos, sin hacer creer a Aday Mara que ya está en el draft, sin ver en Almansa a Felipe Reyes. Cada jugador es único e irrepetible y tiene su tiempo de cocción y su propio camino (o es que chicos como Miquel Salvó o Eric Vila no han demostrado que la LEB existe y que puede ser tan buen caladero como cualquier liga europea). Sólo hay que cuidarlos, rodearlos bien (no pretendamos que nos solucionen los partidos), darles confianza, dejar que se equivoquen, corregirlos y exigirlos. Y, sobre todo, disfrutar de ellos, aficionados (o es que pensamos que no se van a identificar más con ellos), entrenadores y dirigentes. Y que se diviertan, que nos lo pasaremos bien todos.

Como son educados, ya no quieren entrar por la ventana y están llamando a la puerta ¿quién no les abre?

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