Para el ciudadano medio español ya madurito, el título inicial del artículo le traerá a la memoria la magnífica serie (luego llevada al cine) que a finales de los sesenta tenía postrados ante el televisor a millones de personas que seguían las peripecias de la singular familia. Para el avezado en el deporte, el común apellido no necesitaría de la aclaración entre paréntesis, pues sabría que alude a una de las más grandes dinastías que ha dado el mundo de la canasta. El patronímico va asociado al Estudiantes desde su creación y ha perdurado seis décadas después. La saga (como otras tantas en el club: los Bermúdez, Codina, Ramos, Sagi-Vela, Martín, Reyes, etc) merecía un relato, que centraré en su representante más reconocido, Juan Antonio, y sus dos hijos varones, Pablo y Gonzalo.
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