domingo, 15 de marzo de 2015

Aquel Open McDonald´s de los Celtics


Hace más de un cuarto de siglo el que pensara que un españolito pudiera jugar con asiduidad en la NBA, no estaba en sus cabales. A un madrileño con los arrestos del caballo de Espartero, de nombre y apellido comunes, Fernando Martín, se le tomó por iluso, atrevido y quijotesco cuando cogió su petate y se echó al monte para conquistar las Américas. Incluso desde alguna esquina malintencionada le tildaban de antipatriota, pues su enlace con los “profesionales” suponía su ruptura con la selección nacional. Vivir para ver, pero es lo te descubre remover el trasero de las hemerotecas. ¡Olé tus narices Fernando!

Cuando esto escribo, no ha pasado un mes y todavía nos estamos frotando los ojos. Dos chicos altos, muy altos, de este lado del Atlántico, hermanos para más señas, han hecho el salto inicial del partido del Fin de Semana de las Estrellas. Los Gasol no son mediáticos, no son los que más camisetas facturan, ni los que más mates realizan, pero son tan, tan buenos, que Pau recibió casi un millón de votos de los aficionados en el Este, sólo por detrás de Lebron James, y Marc obtuvo casi 800 mil sufragios (quinto de su conferencia, comandada por el crack Stephen Curry), para formar parte de los quintetos de partida del All Star. Su mérito, simple y llanamente, jugar de maravilla al baloncesto. Alucinante. Chapeau. 

Bueno, que me pierdo. Mucho tiempo antes de que algún político lo pregonara al viento, surgieron los primeros brotes verdes en nuestro país. Mucho tiempo antes de que alguna marca de bebidas alcohólicas lo usara como eslogan, unos cuantos locos del balón naranja asentados en la Península Ibérica ya pensaron en verde. Sí, el martes 18 de octubre de 1988 tomaban tierra en el aeropuerto de Barajas los míticos Boston Celtics para disputar la segunda edición del Open McDonald´s. Supuso la catarsis y el definitivo lanzamiento del universo NBA en España. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Nacho Azofra, El Último "Demente"

Fue… jugador del primer equipo de Estudiantes durante 16 años. Fue… su segundo entrenador la temporada que casi bajan. Fue… su director deportivo cuatro campañas y se comió el marrón del descenso (luego no consumado). Fue… un icono para varias generaciones de “dementes” que veían en él a su último y genuino representante. Para algunos un genio, para otros no tanto… “El chico más listo de la clase” (Andrés Montes)… “El Curro Romero del baloncesto” (Ramón Trecet)… Todos en uno. 



Absolutamente alejado de lo que gran parte de la sociedad actual estigmatiza como estrella del deporte, Nacho era un espíritu libre, contracultural, en sus modos y hasta en sus apariencias. Sus gorros marroquíes y sus cuernos en las celebraciones de los triunfos, sus zapatillas rojas cuando no las llevaba nadie, le concedieron un halo alternativo idealizado por sus seguidores. Huyendo de toda estética opulenta, hasta los 31 años no se sacó el carnet de conducir e iba a entrenar en transporte público. Directo, quizá políticamente incorrecto, siempre estuvo del lado del jugador, del amigo (Alberto Herreros, Carlos Jiménez…), incluso cuando abandonaban el barco. Es… Nacho Azofra, el chaval que se pasaba horas jugando al Mini. 



domingo, 14 de diciembre de 2014

Carlos García Ribas, Pasión por el Baloncesto

Con toda seguridad al ciudadano medio que hoy bandea la crisis no le diga nada el nombre. Al aficionado al baloncesto de nuestros días igual le suena de algo, pero habría de peinar ya canas y llevar inoculado el veneno del basket desde siempre para conocerlo. Y sin embargo, Carlos apuntaba alto en la cantera del Real Madrid, fue testigo directo desde el banquillo del alunizaje céltico en Madrid, se comió el marrón del final de la “Liga de Petrovic” y abanderó todos los equipos de EBA y Primera División en lo que participó. Nadie le ganó a una cosa: su pasión por el baloncesto. En los tiempos del “Basket Lover” no busquen más, no hubo mayor amante del deporte de la canasta. Es imposible. Y tiene una historia que merece ser contada. Pasen y lean.


sábado, 15 de noviembre de 2014

Bird-Magic, el inicio de la rivalidad


Él no lo recordará, pero yo evoco el momento nítido. Un buen día de finales de los 70 apareció por casa mi primo Pablito. Venía de Nueva York, a dónde había marchado con su amigo Pipe para buscarse la vida. Siempre espléndido y de verbo fácil, mientras nos contaba las bondades y desventuras de la gran ciudad, inició la ceremonia de reparto de regalos. Mi obsequio le pudo parecer nimio, no sé la cara que puse, pero me abrió un nuevo mundo. Enterado de mis primeros encestes en el colegio (Claret, claro), me trajo una revista de baloncesto norteamericana. La portada me cautivó: dos jugadores noveles, uno blanco y otro negro, posaban sonrientes. Mi primo, avezado consumidor de deporte, se explicaba “Dice la prensa que estos dos tíos van a cambiar la historia del baloncesto. A uno le auguran el reinado con los más grandes, los Celtics. El otro juega de base con 2,06 metros de estatura, le llaman Magic por las cosas que hace con el balón y comparte equipo en los Lakers con el gran Kareem Abdul Jabbar”. Con 10 años nunca había oído hablar del trío de marras, ni tampoco de un chico jamaicano con tremendo porvenir como center sobre el que también se detenía la publicación, Pat Ewing. Creí que exageraba: un base con la altura de un pivot…, un blanco que dominaría un mundo copado por los negros…, pero no se equivocó.

domingo, 5 de octubre de 2014