martes, 15 de abril de 2014

La Penya y la Liga de Moka Slavnic

..

Llevaba tiempo queriéndole hincar el diente a la Penya. El bressol (la cuna) del básquet siempre me había seducido y sentía la extraña sensación del que tiene una deuda sin pagar. Me cautivaron sus uniformes, ese verde con la raya en medio siempre daba bien. Su juego alegre, desenvuelto, innegociable me llamaba la atención y su inagotable cantera nunca dejó de producir talentos, jugadores creativos (Villacampa, Montero, Raúl López), listos (Ricky Rubio), finos estilistas (José María Margall), cerebrales (Rafa Jofresa), físicos (su hermano Tomás), totales (Rudy, Mumbrú) o legendarios (Alfonso Martínez, Enrique Margall, Buscató) a los que entrenadores de la talla de Broto, Kucharski, Serra, Manel Comas, Aíto, Nolis, Julbe, Pedro Martínez, Lolo Sainz, Obradovic o Salva Maldonado un día les pusieron a jugar y allí se quedaron.

Lo “fácil” hubiera sido rascar en el contexto del vigésimo aniversario de la primera y única Copa de Europa que el Joventut guarda en sus vitrinas, pero como el tema estaría muy trillado me impuse un reto más complicado. Hacía meses, desde mi relato “Los Balcanes y el Negro”, que no escribía sobre mi admirada Yugoslavia, así que decidí repasar someramente la historia del Joventut y vertebrar un relato que uniera los dos mundos, el plavi y el verdinegro, que tuviera como colofón a un genio inaprensible e indescifrable, Moka Slavnic, que un día aterrizó para ganar la Liga.