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martes, 15 de noviembre de 2022

La bendita clase media del baloncesto español

 





Hace unos años, saliendo de un partido de Copa en Vitoria, nos cruzamos con un gran entrenador y excelente comentarista televisivo. Mi amigo Paco (antiguo jugador profesional de baloncesto) frunció el ceño. No le había gustado un artículo del excelso analista en que infravaloraba la figura del jugador español medio. No sé el motivo, pero tras la victoria de la selección española en Italia el viernes, me vino a la cabeza la situación.

Las ventanas han abierto de par en par el paso al jugador español que ni está en la NBA ni disputa la Euroliga, a la vez que ha quitado la venda a mucho incrédulo. El disloque del calendario, la guerra abierta entre FIBA y Euroliga ha traído una consecuencia impensable: la llegada a la élite de la clase media del baloncesto español.

lunes, 19 de septiembre de 2022

El eterno milagro del baloncesto español

 






Año 2022 después de Cristo y la selección española de baloncesto sigue ganando medallas.

Lo de este torneo y este verano parece una fantasía, pero el hecho real y palpable es que, transcurrida la Edad de Oro de los Gasoles, Navarro, Calderón, Reyes, Raúl, etc…, España sigue en lo más alto. De aquella fabulosa hornada sólo queda un viejo gladiador castigado, magullado. Un Rudy Fernández alejado de exhibiciones anotadoras, pero que sigue encerando parqués en busca de balones imposibles, limpiando carteras a los aleros más afamados del continente y enchufando triples imposibles desde el parking del pabellón. Nadie ganó tanto con la selección, nadie quiere seguir ganando como él. Si su cuerpo emite alarmantes señales de debilidad, su voracidad competitiva permanece intacta.

Otro dato pendiente de confirmación es el lugar de nacimiento del señor Scariolo, Don Sergio. Parece que le alumbraron en Brescia, pero no en Italia como hasta ahora se pensaba, sino en una de las calles que empiezan por B del madrileño barrio del Parque de las Avenidas de Madrid. En cualquier caso, al engominado técnico (las primeras canas ya le salieron entre nosotros), nadie le discute sus habilidades. Que su coqueta imagen no distraiga al personal de su verdadero ser: es un currante brutal que trabaja y hace trabajar a sus ayudantes hasta la extenuación. La preparación de los partidos, su desarrollo y margen de maniobra no son fruto de la casualidad. Hay mucho bagaje táctico detrás. Si antes miraba los campeonatos de atrás a adelante, calcando las Bodas de Caná al dejar el mejor vino para el final, en este Europeo ha tenido que remangarse desde el principio y multiplicar panes y peces. Nos quitamos el sombrero con la asignación de roles (tan importantes en el deporte moderno), las rotaciones y la riqueza y oportunidad de las variantes tácticas y el intervencionismo puntual durante los encuentros. Alucinante.

La pareja Hernangómez Geuer debe estar muy orgullosa de sus cachorros. Ahora la familia colecciona MVPs. A Willy se le caen los puntos de los bolsillos. Si atrás se le atisban huecos, en ataque es una mina, con una buena cantidad de movimientos en las proximidades del aro, clarividencia y determinación en las continuaciones (nunca baja el balón y gana tiempo), buen toque y seguridad desde la línea de personal. Tener un referente interior además conquista espacios para los tiradores. Juancho es un todocampista, versátil y duro. Imprescindible en defensa y el rebote, ha asumido tiros cuando queman. Y como buen actor nos tenía pelín engañados dejando su mejor actuación para la final. De Óscar.

A Lorenzo Brown apenas le había visto jugar. Me ha sorprendido su integración, su tranquilidad, su capacidad de dirección y su facilidad y personalidad a la hora de anotar. Aunque estoy absolutamente en contra de su nacionalización express independientemente del resultado alcanzado. Ha obrado como un pedazo profesional, superando polémicas e incluso expectativas.

Me paro y me descubro con Alberto Díaz. No entendí cuando le cortaron y aplaudí su nueva llamada. Otro hubiera llegado de mala gana. Él no. Todo buen equipo debería contener un Alberto Díaz, por su comportamiento irreprochable, por el mimetismo que transmite su coraje y su defensa y por su inteligencia (hace muy bien lo que sabe hacer y se permite pocas aventuras). Y además toma tiros cuando debe. Un ídolo anónimo hasta ahora, que en la temporada venidera será ovacionado en todas las canchas, Y si no, al tiempo.

Garuba llegó justo de preparación, con un tobillo tocado y un año de incertidumbre, pero su fiereza atrás y su instinto para el pase y el rebote ha devenido capital. Alberga mucho margen de mejora, pero ahí es insustituible.

Sebas es nuestro primer emperador (con el permiso de Pablo Aguilar) en la tierra del Sol Naciente. Con minutos contados, no los ha desperdiciado y siempre ha sumado. Un samurai encomiable que en próximas fechas copará más protagonismo.

La pareja de talentosos escoltas salidos del Ramiro ha tenido sus momentos. Darío para desatascar partidos (vital en cuartos) y Jaime en un papel un tanto más híbrido, pero sacando brillo a la lámpara contra los franceses. Ambos muy necesarios en la generación y creación de juego. Tienen el arrojo de los guerrilleros y la finura de los esgrimistas.

Del trío más novel (Parra, López Arostegui y Pradilla) hay que dignificar su valor. Jamás habían estado en una gran competición y, sin la relevancia que alcanzan en sus equipos, han cumplido de maravilla. Suyo es el presente y será el futuro.

Este equipo, con sus limitaciones y carencias, pero aflorando sus virtudes ha conseguido engancharnos y democratizar el juego. Esto es, que todos nos sintamos partícipes. Con ellos, todos ganamos y todos perdemos. No el nosotros ganamos y ellos pierden, tan nuestro.

Los que hemos jugado alguna vez, entrenado otro poco y no hemos empatado con nadie, jamás pensamos que estaríamos en el medallero. Y los que saben, si no se tiran el pisto, yo creo que tampoco. Pero esto es deporte de máximo nivel y, después de un verano donde todos nuestros chicas y chicos de formación han subido al podio, los mayores no querían quedar mal con sus hijos. Otro verano para recordar y van… Sólo un ruego a los clubs: miren hacia abajo y pongan a jugar al talento que viene. Nada te garantiza los éxitos, pero al menos los equipos tendrán identidad.


miércoles, 18 de agosto de 2021

Hasta luego cocodrilos

 




Nunca gustan las despedidas. Enñoñan y encogen el corazón, pero hay que afrontar la jubilación o el cese de actividad de algunos de nuestros mejores jugadores.

viernes, 29 de enero de 2021

Fernando Martin, el gallo del corral

 


La duda ofende. Que Fernando Martín es uno de los mejores deportistas de nuestra historia no entra en cábalas. Por lo que fue y significó.

domingo, 2 de agosto de 2020

Carlos Jiménez, el Gran Capitán



Carlos Jiménez: “Por resultados, España debería ser cabeza de ...

Hace bien poco, su nombre tituló secciones de deportes y su rostro cerró telediarios. Esta vez no se trataba de un campeonato, de colgarse otra medalla. No. Desde la normalidad, sin estridencias, “sólo” anunciaba que se hacía a un lado, abandonaba su vinculación con el deporte. Dejaba de ser director deportivo de Unicaja Málaga para dedicarse al cuidado de sus hijos. Lo explicaba sin darse importancia, pensando en plural (nada diferente a lo que en su trayectoria nos acostumbró): “Somos una familia. Mi mujer lleva 20 años sacrificándose, dedicada a mi y a mis hijos. Ya la toca. Es hora de que ella se desarrolle profesionalmente y aproveche su oportunidad”.

No lo dice un cualquiera. Detrás asoma un campeón mundial, un subcampeón olímpico y europeo. No es poca cosa, pero él no le concede significación especial al hecho, lo ve de manera natural. Siempre huyó de protagonismos y orilló egos en su carrera y en su vida diaria. Su apariencia confirma el talante de buen chico y niega el del tenaz competidor que se convirtió, sin buscarlo, en el capitán de la mejor selección española que vieron los tiempos. “No era de hablar mucho. No le hacía falta. Pero cuando tomaba la palabra, todo el mundo lo escuchaba” (Pepu Hernández).

Hoy toca historia grande, incluso a su pesar. La del Gran Capitán (como Gonzalo Fernández de Córdoba), la de un tipo extraordinario de apellidos comunes: Carlos Jiménez Sánchez.

 


martes, 25 de febrero de 2020

Los Sagi-Vela, una saga de Baloncesto







SAGI-VELA. Es pronunciar el apellido y asociar y separar las sílabas: BA LON CES TO. Te imaginas un aro del que cuelgan unas redes desvencijadas, te llega el sonido lejano de un balón botando, huele a linimiento, a sudor, sientes el relente de la Nevera o el Magariños y haces hambre para el aperitivo en la mañana del domingo cerca del Palacio de los Deportes. Cinco Sentidos (como mi restaurante de referencia en “el Foro”) te conducen a una canasta.
Nos trasladaremos al Madrid guapo, en pleno Viso. Partiremos en el histórico colegio Maravillas, rodearemos la “Plaza de los Delfines” (en realidad es la de la República Argentina, pero no la conocen por tal ni los taxistas) y nos abrigaremos para entrar en territorio estudiantil, allá donde “residieron” las musas de Lorca o Dalí. Andando el tiempo, rescataremos un deporte amateur de otra época, de cemento, intemperie y tableros de madera. Abriremos el frigorífico de La Nevera y pisaremos alguna tabla hueca del Magariños. Sí, hoy España es nuevamente Campeona del Mundo y han pasado algunos años desde que el alquimista Pepu Hernández pronunciara las sílabas mágicas. El doble milagro exhorta a los brillantísimos protagonistas actuales, pero al deslumbrante edificio le cimentaron sus primeras piedras, hace más de medio siglo, animosos jugadores de talento que tenían y veían en su deporte más una maravillosa diversión que una profesión.
Para los que ya peinamos canas sólo contextualizamos el rimbombante apellido alrededor de unos aros y una pelota. La estirpe tiene su historia y habrá que contarla. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

Luyk, un tío con gancho


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“Hay un antes y un después de Clifford Luyk en el baloncesto español”. La frase hay que atribuírsela hace ya lustros a un rival y compañero, Juan Antonio Martínez Arroyo. Para calibrar su verdadera valía podríamos echar un vistazo a su curriculum (33 títulos), pero su importancia hay que alejarla de los fríos números. El Madrid y la selección después, crecieron al cobijo de su alargada sombra hasta arrimarse a la altura de los grandes, sin excusas, ni complejos. Armado para lo grueso, dotado para lo fino, su estilizada figura guardaba las piezas de un campeón. Respondía a la terca estirpe de jugador de ceño fruncido que cree que lo mejor de ganar es no perder, y así contagió su espíritu depredador a lo largo de década y media.
Socarrón, presume de ser el mejor jugador de mus nacido fuera de la Península Ibérica. Como las cartas sólo acierto a sostenerlas y no sé si será para tanto, indago en las páginas amarillentas del basket para cotejar qué hay de mito en las palabras de reconocimiento del fenomenal base de Estudiantes.

sábado, 29 de julio de 2017

Navarro, no te vayas al teatro


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Un mal día, más pronto que tarde, recogerá los bártulos de su taquilla y se marchará de puntillas. No se irá al teatro, a donde tantos le han mandado estos años. Emigrará a su casa para siempre. Por el camino habrá hecho millonario a un porrón de protésicos de cadera, habrá dejado una legión de canosos entrenadores con los cables pelaos, una cohorte de incondicionales extasiados, un tropel de hinchas rivales que hubieran dado su abono de temporada por tenerlo en sus filas para los playoffs y un arsenal de jugadas inolvidables. 

Juan Carlos Navarro es un carasucia, que diría el eterno Eduardo Galeano, un jugador de dibujos animados como le adjetivaría Valdano, un hacedor de sueños imposibles, un “mentiroso” impenitente (lo que su enjuto cuerpo apunta, lo desmiente su inmenso talento). Una fuente de inspiración para los niños, un embriagador chute de adrenalina para los mayores. 

¿De quién coño es el once/o el siete? se habrá oído gritar cientos de veces a un histérico entrenador contrario. ¿Pero dónde vas? habrá comenzado a murmurar otras tantas el desobedecido técnico propio para culminar con el consabido “bien tirado” entre las sonrisas cómplices de los compañeros del banquillo. Sí, porque Navarro siempre estuvo fuera de carta, en las recomendaciones de los más reputados chefs que le dieron licencia para tirar, para jugar a su libre albedrío, sin argollas. Los que recelaron de su esfuerzo diario, se plegaron ante sus desmesuradas prestaciones los días de partido. Siempre anidó en él un juego aparentemente sencillo, hasta infantil, salido de una inspiración inagotable: su talento aparecía como el hipo, de repente, natural, incontenible. Lo fácil para Juanqui era de play station para el resto. Atropelló cánones clásicos con jugadas al borde del precipicio. Desmontó las más sudorosas estrategias defensivas. Nunca dio un paso atrás, ni siquiera a un lado, su estilo saludable, irreverente e innegociable le llevó a lo más alto desde donde nunca bajó. En su físico liviano, casi desarmado, aúna la cintura de un maestro de esgrima, el arranque de un velocista y el tino de un orfebre. Se ha servido de los trucos del tahúr en las timbas para reinar sobre los escenarios de la estatura y el músculo. De motorcito ligero, sus críticos le tachan de sobreactuante y de huir del andamiaje. Podría sacarlos la lengua, pero no lo ha hecho. Su ajuar de movimientos es un virus para el scouting en la era del 2.0.

En un lustro la RAE mantendrá una reunión de urgencia para redefinir el término talento y añadirán un sinónimo: Navarro. 

Esta es la historia de un crack absoluto. Lo siento, pero si alguna vez, por no portar sus colores, le ha pitado, es que no le gusta el baloncesto. Si además el silbido es azulgrana, el emisor es muy poco culé o tiene la memoria de una rana. Por Dios, con artistas de este calado uno ha de volverse daltónico y huir de fobias y militancias. 

Navarro es indiscutible for ever.

sábado, 14 de enero de 2017

Camarada Biriukov, el hombre que vino del frío



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José Alexandrovich Biriukov Aguirregabiria. Así de rotundo y de redondo. Suena a ruso muy ruso, y a vasco muy vasco. Igual hubiera tenido acomodo en un refinado personaje de un clásico de Tolstói que en un papelito en la celebrada película de Martínez Lázaro (aunque Karra Elejalde le hubiera echado a faltar cuatro de los ocho apellidos exigidos), pero no. Chechu Biriukov fue jugador de baloncesto, y de los muy buenos. 

Hijo de una “niña de Rusia”, se crió en el estricto régimen comunista soviético, enraizó en el Real de Corbalán, Martín y Lolo en la “movida” Madrid de los 80, compartió habitación con el “genio de Sibenik”, vivió un sueño céltico en el Open McDonald´s, lloró la muerte de un amigo (Fernando Martín), digirió descorazonado el fugaz paso de George Karl, se le indigestó el “Angolazo”, dio la bienvenida a un ser superior (Arvidas Sabonis) y de postre el título europeo con el maestro Obradovic. ¿Tiene o no tiene una historia el chico de Doña Clara? Pues a contarla. 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Mike Hansen, I love this game


De cuando se batía en duelo en los patios y canchas madrileñas frente a mi amigo Juanjo Ranea “el mejor jugador de Mini que he visto en mi vida”, según Mike, han pasado muchos inviernos, casi todos ligados al baloncesto. Se formó en las canteras de Canoe y Estudiantes, saltó el charco junto a su añorado Sergio Luyk, capitaneó la universidad donde cimentó un tal Shaquille O´Neal  su leyenda, rascó chapa (bronce) en el Europeo de Roma, pero quedó fuera de la lista definitiva de Díaz Miguel para los Juegos del 92 de Barcelona. Regresó a España, jugó en una riestra de equipos ACB y triunfó como expatriado en Alemania. Disfrutó siempre en todos los apeaderos de su extenso camino.
El niño que en las madrugadas de marzo ansiaba algún día jugar la NCAA cumplió su sueño. Ahora el adulto se ha liado la manta a la cabeza para embarcarse en otra aventura onírica y fascinante: devolver a Valladolid a la élite del basket. Así es Mike Hansen, otra historia de amor perenne con el baloncesto.

lunes, 8 de agosto de 2016

¡Qué nos quiten lo bailao!



Así concluía emocionado mi relato “La importancia de la C” tras la heroica semifinal del Europeo en aquel inolvidable septiembre francés en que “todos fuimos Pau”.

Bien, ya en el presente nos situamos ante nuestro “último baile” (que diría Phil Jackson) porque ellos como nosotros han perdido lozanía por el camino, han tintado sus cabellos de sus primeras canas y por sus rostros asoman tímidas ciertas arrugas. Cada estío los cuerpos llegan más resentidos, ya no duelen los pies, molestan hasta las zapatillas. Pero en verano nos han sacado de marcha puntuales. ¿Quién no ha soñado tener la cara sucia de Navarro para idear travesuras, la imaginación de Disney en el Chacho, la garra medieval de Llull cual personaje de Juego de Tronos, los huevos del corral de Felipón, la viveza infantil de Ricky, la pillería callejera de Rudy, el porte marcial de Calderón o la lectura extraterrestre de Pau?

O no conocen el miedo o por sus modos, comportamientos y ademanes jamás lo han demostrado. Con ellos, de no franquear la barrera de cuartos, pasamos a quedarnos a una cuarta de la gloria olímpica definitiva. De torcer el gesto, de desviar la mirada, de acogernos a excusas y exhibir complejos, hemos recorrido una larga vereda con espinas, que nos ha hecho grandes, ganadores, orgullosos, envidiados en todo el planeta. Todo el universo baloncestístico quería ser español y subirse a su banderín de enganche en el intento de derribar el muro NBA.

Aterrizamos en los Juegos con desgaste en las carrocerías, menor frescura (con la física en contra veremos si la química grupal nos saca de atolladeros), menos músculo, tonelaje e intimidación interior (sin Marc ni Ibaka), pero con la alegría pintada en los rostros, el ánimo subido y el compromiso firme. Disfrutaremos de un juego más prosaico que poético y el maestro Scariolo habrá de encontrar soluciones en el libro de su mesilla de noche para paliar flaquezas. Calzaros vuestras raídas Chuck Taylor, que estos chicos llaman a la puerta.

Hagamos un breve ejercicio de historia y repasemos los rivales que nos van a enfrentar. 

domingo, 22 de mayo de 2016

Raúl López y la lámpara maravillosa





La proclama de Charly Sainz se antoja el eslogan de una cerveza 0.0: “Sin lesiones y sin Pau Gasol, hubiera sido el mejor jugador de la historia del baloncesto español”. Las palabras de Sergio Scariolo suenan a declaración de amor de las de antes, a rendición en toda regla: “Han pasado 16 años desde que entrevisté a un niño de 19 para llevarlo a mi equipo, y sigo pensando lo mismo… que era el mejor”.

Hablamos del genio de la lámpara maravillosa, del faro que de inicio alumbró a una generación irrepetible, del base puro más completo y clarividente que haya dado nuestro basket. Hablamos de un alquimista de sueños, de exquisito caviar para los más exigentes paladares. Hablamos de talento puro, sin cortar. Hablamos de un perfume embriagador, mimético que durante casi dos décadas ha atraído por igual a entrenadores exigentes, compañeros hechizados y aficionados enamorados. Oro molido a granel. Hablamos de Raúl López. Pidan tres deseos, cierren los ojos y hablemos pues. 

sábado, 19 de septiembre de 2015

La importancia de la "C"



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Al alba cavilaba todavía extasiado por lo vivido la noche anterior. Entre jabones, espuma de afeitar, colonias y el vaho del espejo rememoraba las jugadas de un equipo que había imantado al televisor a todo un país orgulloso de los suyos. El BA LON CES TO abría los noticieros, las matinales de las radios y daba de maravilla en la primera plana de los periódicos. Después del frenesí y la épica, mi amigo Rafa Fenomenal, ronco de gritar y desatado por la emoción, me la tiró: Juanpa ¿escribirás algo? Me hice el remolón, le dí largas, pero mientras me preparaba para el curro pergeñé un ensayo de andar por casa sobre un equipo que nos ha enamorado la última década y media. Un año antes lo había esbozado con las chicas en el Mundial, ahora tocaba mi pequeño homenaje a los tíos que metieron una Ñ en las siglas profesionales. No sé porqué, pero me dio por pensar en una letra, la “C”, que reuniera y resumiera las características de los nuestros. Sí, porque por la tercera letra del abecedario, comienzan muchas palabras que definen a nuestro equipo de ensueño. 

domingo, 5 de octubre de 2014

jueves, 28 de agosto de 2014

Joan Creus y el milagro de Manresa


Concluyó el curso en junio con la final entre los grandes y se repartieron las notas. Al Madrid se le hizo bola la temporada. Hasta marzo, paseó su juego atractivo y desenfadado por Europa y colmó de “highlights” a sus seguidores. Aparecieron las lesiones y desde arriba se racaneó: no puso ni tiritas con interinos y los jugadores de peso llegaron con el depósito justo al desenlace de la obra. Del varapalo macabeo en Milán no llegó a restablecerse. El Barsa en cambio, tras la bofetada continental, tomó cierto aire y distancia. Marcelhino salvó el culo a Pascual (dando la razón a los que consideran las rotaciones un cuento chino) en Valencia y Navarro (qué crack, Juan Carlos devolvió la pala a los que ya le estaban enterrando) y Tomic (el mayor talento interior que pulula por Europa) tiraron de galones. El Barsa demostró y se demostró que podía con los blancos en una batalla de igual a igual, aparcando el sopor que, en ocasiones, prensa y afición le echaban en cara. A su solidez defensiva y fortaleza en la pintura añadió alegría, desparpajo y un excelso acierto exterior. El “matraco” Margall siempre ha considerado que el secreto del tiro está en las piernas y ahí pudo residir una de las muchas claves del triunfo catalán. Más allá de consideraciones tácticas, al final hay que meterla y arribaron más frescos y anotaron con más fluidez y puntería que el Madrid, que ya en sus eliminatorias previas había dejado entrever que atrás no se manejaba como en los meses precedentes. Justísimo campeón. Muy grandes, tanto que en lo más alto del cajón sólo cabe uno. 

La “justicia poética” del resultado devolvió la sonrisa a Pascual, al que su currículum plagado de títulos debería servir como escudo frente a los ataques que de continuo ponen en tela de juicio su labor. Al alabado Laso ahora le ningunean desde la planta noble de Concha Espina. Alucino. Si algunas de las decisiones o lecturas de partido del vitoriano pueden ser cuestionables, ningún entrenador desde Lolo Sainz (y han pasado unos cuántos) ha dado tanto a una sección histórica que se ha visto relegada durante años. Los aficionados merengues han vuelto en masa al Palacio, se han triplicado el número de abonos y, sobre todo, se han identificado con su equipo y su manera de jugar. Vamos, que se lo han pasado bomba. Que el Madrid ha rescatado sus señas de identidad es una evidencia. Que la gente se ha plantado en Goya como el que va al Parque de Atracciones, salta a la vista. Eso, independientemente de los trofeos que se alcancen (que nadie te los garantiza) debería cobrar una importancia capital. De momento, parece que Pablo se salva de milagro de la quema. Allá los dirigentes y sus decisiones. Los que saben de esto en el club le han defendido a capa y espada. Que la tropa se le ha soliviantado, denle mando en plaza y se acaban los caprichos y las bromas. Por ahora, el Barsa, como casi siempre, parece cobrar ventaja de cara al año venidero: las contrataciones de Satoranski, Doellman y Pleiss suenan mejor que los refuerzos blancos, aunque el “Chapu” Noccioni dará un plus de intensidad que los blancos agradecerán. Veremos. 

Al final me he liado con una reflexión sobre el presente, pero lo que quería rememorar era la historia de la mayor sorpresa que ha dado la Liga en su historia, la del Manresa y el maravilloso Joan “Chichi” Creus. Ahí va. Démosle a la máquina del tiempo.

martes, 1 de octubre de 2013

Amaya Valdemoro, una grande


Ahora todo parece “sencillo”. La selección femenina de baloncesto ha subido a lo más alto del cajón en el Europeo disputado en Francia y las chicas que vienen detrás han copado los pódiums de sus respectivos campeonatos (oros en los Europeos sub 20, sub 18 y sub 16 y cuartas en el Mundial sub 19) en un verano de ensueño. El presente parece espléndido y el futuro, si salvamos la tan manida crisis, más que prometedor. Sin embargo, poca gente conoce que hasta el año 74 el equipo nacional sólo había disputado 10 partidos internacionales, datando el estreno del 16 de junio de 1963 ante Suiza en Magrat. Cae lejos, pero no tanto. El 50 aniversario no ha podido deparar mejores regalos. 

viernes, 26 de octubre de 2012

La vuelta de Don Alejandro




Otro a sus años (aunque no lo crean va a cumplir 66 tacos) y con su pasta estaría disfrutando de un cómodo retiro, viendo los toros desde la barrera, pero al señor García Reneses le va la marcha, tiene la droga del basket metida en el cuerpo y ha retornado a las canchas a orilla del Guadalquivir, tras un maquiavélico fichaje, con la salida en verano de Joan Plaza hacia Kaunas y el presumible ascenso de su segundo, el muy válido Diego Ocampo. Al final, o quizá calladamente desde el principio, la junta directiva sevillana decidió que el madrileño ocupara el banquillo cajista este año. Vuelven los caramelos de miel y limón a la ACB.
                                                           
Así  que como estamos de enhorabuena repasaré la trayectoria del que sin duda ha sido el mejor y más innovador entrenador español de baloncesto los últimos treinta años. Sí, antes de que lo diga nadie, ya sé que no ha ganado la Copa de Europa, pero es el más laureado (con el permiso de Lolo Sainz) de los técnicos españoles de la época, a unos cuantos cuerpos del resto.

domingo, 2 de septiembre de 2012

¡Qué altos son!



Hace ya unos cuantos años, a mediados de los ochenta, el concejal o responsable de deportes de uno de los ayuntamientos de la sierra madrileña que tenía un conocido en el Real Madrid, se emperró en que los juveniles fueran a jugar un partido a la localidad. Una vez cuadradas las agendas, y para facilitar el desplazamiento, propuso al club recoger a los chicos y entrenadores en el Santiago Bernabeu. El día acordado, un sábado por la mañana, se presentó con un autobús acompañado de otros tres miembros del consistorio. Los chavales fueron subiendo al autocar y los cuatro se sorprendieron de la altura y fuerza de los mismos. Como el viaje iba a durar alrededor de una hora y el interior del vehículo era muy cómodo, decidieron echar una partidita de mus. En la segunda mano, uno de ellos, después de cortar, lanzó el siguiente comentario:

-          ¡Qué altos son!
-          Normal, tú. Qué quieres, son del Madrid, y a éstos los han alimentado mejor que a nosotros- sentenció el cabecilla. Y ahí quedó la cosa.